¿Sabes? Amaba la idea de ser un artista, pero siempre tuve miedo de que mi arte no fuera lo suficientemente bueno.Creo que el problema no era mi estilo de arte, si no que yo lo era. No es que se vieran mal, era que... Simplemente detestaba verlo porque eran mis creaciones. Habían sido hechas por mi mano.Esa era razón suficiente para no quererlas. Para despreciarlas.Diría que no quisiera volver a dibujar, y estuve cerca de romper mis lápices y dejar de intentar, pero luego viví una experiencia.Recordé a un artista que conocí hace varios años, que, con sus dibujos y animaciones, me ayudó a entender mis sentimientos. Con sus propias heridas, yo pude descifrar las mías. En ese entonces, mis rasguños todavía sangraban y no podía pensar más allá de esto.Ahora me doy cuenta de lo mucho que me ayudó y lo valioso de compartir nuestras emociones. A veces, sin darnos cuenta, podemos ayudar a otros hablando de nuestras vivencias. Vivencias muy humanas. Reales. Dolorosas.Quizá nunca sabremos qué hicimos, ni a quién, pero el arte vale demasiado, y lo que más importa es que esté hecho con el corazón. Quizás estamos cambiando poco a poco el mundo. No sé, simeplemente me siento emocional por esto. ¿Tú que piensas?Sea lo que sea, prométeme que serás tú mismo. Que nadie cambie eso.